EXPOSICIÓN
ANTOLÓGICA TOMÁS ORTEGA
Corría el año 1951, cuando viene al mundo en la localidad de
Úrcal, en el seno de una familia de agricultores Tomás Ortega; es el menor de
los dos hijos que tiene el matrimonio, una nueva alegría para esta familia del
Cortijo del Charco.
Su infancia transcurre entre olivos, almendros, higueras
chumberas y algún que otro sembrado, cuando llueve; mientras asiste a la
escuela local, teniendo que hacer unos cuatro kilómetros a pie; para recibir
las enseñanzas de sus maestros D. Jesús López Dionis y D. Lorenzo Collado.
Ya en su infancia, llena paredes, aceras y toda superficie,
con sus primeros dibujos y maragatos, para lo que servía cualquier yesón, trozo
de carbón o bien una piedra. Con la escuela descubre el lápiz y el papel, y con
estos realiza sus ya perdidas primeras obras de arte. Y es así como le escribió
el poeta:
A la gris verdosa
Sombra de un olivo
Surcos de colores
Sueña el zagalico
Con su ingreso en el Instituto Laboral cura Valera, y de la
mano de D. Miguel Cantón, a la sazón profesor de dibujo del Instituto, y a la
vista de la destreza y dotes naturales que tiene Tomás, se vuelca con el alumno
y le anima para que se ejercite en el dibujo y la pintura; y es siendo alumno
del Instituto, cuando en una exposición de Crismas, obtiene Tomás su primer
reconocimiento como artista, al obtener su Tarjeta uno de los premios, el cual
le es entregado por su admirado profesor.
Una vez terminado el bachiller completa su formación
académica, con los cursos de Grado Superior de Formación Profesional en
Almería.
Conoce a Silvestre Martínez de Haro, que le empuja por los
senderos del arte y de la mano de su profesor D. Miguel Cantón, realiza sus
primeras exposiciones en Huércal-Overa, Zurgena, Cuevas del Almanzora, y
Almería. Y ahora:
El zagal es hombre
Con alma de artista
Surcos de colores
En las telas pinta.
En 1975 participa en la Exposición Nacional de Artes
Plástica; y en el marco del Círculo Mercantil de Almería realiza una gran
exposición de óleos, y conoce al genio Antonio Molina. En 1976 expone en Albos,
Granada, Máchale y en el Homenaje Bodas de Plata del Instituto Cura Valera en
Huércal-Overa.
En 1977 marcha a Bilbao, como empleado de Telefónica,
pintando varios cuadros y en 1981 queda finalista en el concurso de cuentos
“Villa de Bilbao”.
Málaga, la tierra natal de su esposa, le recibe en 1983,
fijando su residencia en Fuengirola, donde tras un largo paréntesis, retoma
nuevamente la actividad artística, asistiendo al taller de pintura de la Casa
de la Cultura de Fuengirola, dirigido por el licenciado y artista Paco Pérez:
iniciando así una nueva etapa en su arte.
Su color es ritmo
Su paleta lira,
Sus trazos estrofas
De sonoras rimas,
Que tejen poemas
De versos sin
sílabas.
Su amor por la cultura y sus raíces le conducen a ser uno de
los fundadores de la ASOCIACIÓN CULTURAL AMIGOS DE ÚRCAL en 1992. En este mismo
año, entra en contacto con el colectivo Cultural Giner de los Ríos de Ronda,
con el cual colabora y realiza tres exposiciones.
A mediados de los años 90, se incorpora al taller de grabado
del artista polifacético José María Córdoba. En 1999 junta a Juan Morena expone
sus grabados en Fuengirola y con el taller en Toledo, Málaga, Ronda, en la Casa
de la Cultura en Fuengirola (exponiendo en ésta en cursos sucesivos) y en su
Úrcal natal, como aportación a la Asociación Cultural Amigos de Úrcal.
Ha experimentado el grabado además de con cinc y cobre; con
plomo, aluminio, plásticos, cartones y otras materias, así como con el color
con plumilla, bolígrafo, rotuladores, lápices, ceras y lacas de uñas. También
tuvo experiencias autodidactas con materias varias en ebanistería, talla,
pirograbado o escultura que, combina con la narrativa y la poesía.
Nadie le ha contado
Fue soñado y visto
Con cámara lenta;
Óptica de niño
A la gris verdosa
Sombra de un olivo.
Tomás reside hoy en día, en la malagueña localidad de
Almogía, como a él le gusta, rodeado de naturaleza, seguramente recordando el
Cortijo del Charco, en el cual transcurrió su feliz infancia.
Nota. Los versos están entresacados de un Romancillo que en
su día le dedicara el poeta huercalense Rodrigo Moya del Bobar.